Los profesores, academias y centros de formación tenemos un problema que a veces es difícil solucionar. 

¿Cómo motivo a mis alumnos para que no dejen de asistir a clase? ¿Cómo puedo hacer para que continúen viniendo incluso en épocas complicadas como el verano o navidad? 

1. Motivación del grupo (Halcón y Cordero)

Uno de los mejores métodos que existen para motivar al grupo y hacer que consigan mejores resultados y que la motivación se mantenga en el tiempo, consiguiendo consecuentemente que asistan a todas las clases, es coger a dos grupos entre todos tus alumnos, a los mejores (HALCONES) y a los que más les cuesta (CORDEROS). Es decir, a los primeros y a los últimos. 

Después, es cuestión de qué hacer con ambos grupos (puede que cada grupo contenga 1 o varias personas). 

En cualquier caso, al grupo de los halcones, los tenemos que animar y seguir motivando, incluso recompensando para que sean capaces de seguir tirando del grupo ya que son el ejemplo a seguir.

Por otro lado, a los corderos, en vez de castigarlo, tenemos que animarlos y apoyarlos para conseguir ponerlo al nivel del resto. Crear un ambiente en el grupo, que sea este el que anime a los «corderos» a mejorar.

Tanto los más avanzados como los menos dentro del grupo, pueden verse beneficiados con este método. 

2. Método de Cadena de éxitos

¿Eres capaz de decirle a tus alumnos qué es lo que vais a hacer durante las próximas semanas? ¿y a lo largo del curso? Puede que sea interesante que dividas todo ese contenido en pequeños hitos con los que ellos sienta que van alcanzando pequeñas metas y tú sepas que ellos están o no preparados para afrontar un examen real u oficial. 

Es decir, establece un planning de trabajo con el que ellos sientan que si no van a clase, no conseguirán esos pequeños objetivos. Si no los consiguen sentirán que no van al ritmo del resto y esto puede ayudar a motivarlos. Pero cuidado con poner esos objetivos poco alcanzables. Para ello, cuida tu plan de estudios y método. 

Celebra el éxito de cada objetivo que cumplan y ofrece pequeñas recompensas cuando así sea (puede que un recurso extra, un descuento en la siguiente cuota o una simple felicitación, sean suficientes para ello). 

Intenta llevar un gráfico de la evolución general del grupo en el que los alumnos puedan visualizarse y querer ir al mismo nivel que el resto o un poco por delante (competición sana). 

3. Sé un guía más que un profesor

Estamos acostumbrados a que un buen profesor es el que se sienta delante de sus alumnos (pueden ser 5 o 500, no es lo importante), se limita a soltar su monólogo y se olvida de ellos.

El ser un guía consiste en saber cómo son tus alumnos, conocerlos, saber sus fortalezas y debilidades, sus miedos y cómo puedes motivarlos. Porque cada uno es un mundo. Está claro que no podrás hablar y guiar a todos en cada momento, pero seguro que eres capaz de ver cuál es la necesidad del grupo.

Si un alumno ve en ti (y en el resto de profes) esa pieza fundamental en su preparación, no querrá perderse ni una clase, ni una pequeña parte de lo que seas capaz de transmitirle en cada clase.

Ve un poco más allá y en cada clase comenta alguna de las necesidades que te han planteado tus alumnos en privado (adornándolas un poco para que todos se puedan sentir identificados, por ejemplo: un alumno que no ha sabido cómo estudiar una parte o que no es capaz de memorizarla), y cuéntales al resto por qué y cómo deben hacerlo, dale las pautas y guíales hasta su objetivo.

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